CAPÍTULO PRIMERO
Sucedió en el mes Septiembre, una mañana de Sábado a las ocho, cuando me disponía a levantarme de la cama para hacer mis necesidades fisiológicas, intento apearme de la cama y la pierna derecha que no me obedece. Resbalando el cuerpo por el borde de la cama, logré poner el culo en el suelo, como no podía ponerme a gatas, a rastra culo pude llegar al teléfono que se encontraba en el salón, esto representaba hacer un recorrido de 12 metros aproximadamente, para ponerme al habla primero, con mi hijo Javier, su móvil estaba desconectado, llamo al de la mujer y se encontraba en la misma situación, llamo al de la casa e idem de lo mismo. Sospeché que algo ocurría en la familia de su mujer, que por entonces estaba pasando un mal momento, como no me respondía ninguno, llamé a Antonio se encontraba ausente y Inmaculada también. Como en esta situación no podía permanecer, llamé a urgencia, me contestan en seguida, en ese momento estaba apoyado entre la mesa del teléfono y un armarito que hay junto a este; ahora se presentaba otro problema, era abrir la puerta, al dejar los apoyos me caí de bruces, me enderecé como pude para abrirla, conseguí mi propósito; sentado contra esta me llaman por teléfono, pensando que era uno de los míos, con todas las dificultades del momento llego, cojo el auricular y oigo que me preguntan, ¿ quien hay con Usted ¿ ¡ nadie ¡ contesto, ¡ enseguida vamos ¡ me anuncia, era el de la ambulancia.
CAPÍTULO SEGUNDO
Me llevan al Hospital de Alcorcón, me atienden enseguida, me mandan a una sala y empiezan las pruebas: no se lo que me hicieron, cosa lógica. A la semana me dice la doctora que ya tienen los resultados y saben lo que me ha producido la enfermedad, que por lo tanto me van a dar el alta, me quedé sin saber que contestar, aunque le dije que estaba solo. Cuando llega Javier le expongo lo que me ha dicho la médica, va en busca de ésta, la localiza y la convence de que tiene que dejarme en el hospital hasta encontrar algún medio de mandarme a otro que me puedan hacer rehabilitación. Se ponen en contacto con el hospital de la Virgen de la Poveda, ubicada en el pueblo de Villa del Prado, aquí comunican que de momento no hay cama disponible que me ponen en lista de espera.
Mientras tanto me ponen un tratamiento, a los quince días me da una hemorragia en la vejiga que me estuvieron extrayendo sangre durante todo un día, con todos los dolores de muerte, metiéndome una jeringuilla por el pene; no se cuantas jeringas me sacaron, por el tiempo que estuve en esta situación y la cantidad que veía que me extraían calculé mas de un litro, lo cierto es que una vez que me pudieron limpiar la vejiga, me hicieron una transfusión de seis envases de sangre, no se que cantidad tenían cada uno, yo le calculé un cuarto de litro cada uno. En este tiempo debo decir que perdí diez kilos.
CAPÍTULO TERCERO
En esta situación estuve hasta el 29 de Octubre, en este día paso a dicho hospital de la Virgen de la Poveda, este tiene muy buena reputación, albergaba la esperanza de salir de allí con alguna movilidad, me dieron varias secciones, recupere alguna, muy poca.
Este esta atendido por empleadas del mismo pueblo, algunas competentes y amables otras no tanto, el grupo de enfermeras muy amables y apegadas a su profesión.
La médica encargada de recibir a los enfermos y darles el alta, a la vez que te anuncia que esto no es un hospital ( de alguna manera que no es un hotel) que tiene sus limitaciones, por lo que yo he observado, te tienen un tiempo a criterio de la Doctora, en ese tiempo estés como estés te dan el alta; tuve un compañero de habitación que tenían que asearlo todas las noches, porque se ponía de excrementos hasta el extremo de tener que cambiarlo a media noche, aquí había que aguantar todo el olor que se desprendía de su santo cuerpo toda la madrugada; este estaba solo en su casa y le dieron de alta unos días antes que a mi.
En esta estuve hasta 31 de diciembre en el que me dan el alta, en ese tiempo Javier busca donde acoplarme, pide algunos informes y consigue este donde me encuentro. Este día lo paso con la familia.
El día 1 de Enero paso a ocupar una habitación en la residencia AMANECER, pueblo toledano de Casas Rubio del Monte, donde soy muy bien atendido.
Hablar de recuperación creo que será imposible, por muchos kilómetros que hago con mi andador, no encuentro mejoría.